Hace pocos días en el tema titulado ‘Israel, un ejemplo agrícola para nosotros’, me refería a la importancia de la unidad en las últimas líneas. Recordaba el accionar del sector camaronero en la década del 90 cuando enfrentaron la mancha blanca.
Nuestro país y el mundo ha enfrentado siempre crisis que nos han dado una bofetada para reaccionar. Un ejemplo fue cuando nos unimos durante el terremoto en abril de 2016 y la solidaridad fue evidente. El problema es que luego de superar cualquier catástrofe, olvidamos y regresamos a la empatía de siempre.
Hoy el mundo entero atraviesa una crisis y Ecuador no está ajeno a la misma. A diario el número de casos sobre personas contagiadas con el coronavirus o Covid-19 y eso ha generado que el gobierno disponga de medidas sanitarias para prevención.
Cuando me refiero a la unión quiero decir que todos debemos “remar para el mismo lado”. No obstante, pese a las disposiciones existe mucha gente que se niega a obedecerlas y en consecuencia el mal se ha propagado. Las medidas son para todos, no para unos cuantos que deciden “remar para el lado contrario”.
De igual forma esta pandemia ha despertado el odio de muchas personas hacia el gobierno de turno, pese a que no cesa de trabajar en estas circunstancias y permanece en riesgo de contagio. Es perceptible leer en las redes comentarios sobre si el gobierno tomó medidas a tiempo o si fue negligente al adoptarlas tarde.
Y peor aún, la pandemia ha despertado aún más fanatismo político en las redes, al punto de comparar la gestión del actual gobierno en esta crisis con lo hipotéticamente hubiera hecho el anterior. Lo que necesitamos es mantener la calma, no alterar la paz con comentarios inoportunos que no aportan al problema, sino que se convierten en una carga más.
Es cierto, para nadie es un secreto que el Covid-19 arruina nuestra economía y la de los demás países del mundo porque afecta a muchas industrias, la de turismo, la hotelera, la petrolera y más. Pero en estos momentos lo importante es preservar nuestra salud y la de nuestros allegados, la del prójimo en sí. Debemos unirnos para acatar las disposiciones para evitar que el virus se siga propagando.
Actualmente contamos con herramientas como la tecnología informática, el Internet y más para someternos al teletrabajo. Por mi condición de persona de la tercera edad y vulnerable ante el virus, me he visto obligada al aislamiento domiciliario, pero no me detengo, desde casa sigo trabajando.
Es cierto que existen personas quienes no disponen de un empleo fijo y ejercen trabajos informales como venta de alimentos en la calle. Es cierto que no pueden darse el lujo de quedarse en casa porque necesitan ingresos diarios. Por eso es que debemos unirnos y acatar las medidas de prevención para que pronto podamos regresar a nuestra actividad comercial, sin riesgo a ningún contagio.
Soy una mujer que depende de Dios. Me eduqué en colegios religiosos que reforzaron mi fe, además de la formación que me dieron mis padres. Por eso tengo fe que esta crisis pasará pronto.
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