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Israel, un ejemplo agrícola para nosotros

Siempre me ha llamado la atención cómo Israel se convirtió en un país que aprovecha bien su
agricultura, pese a que más de la mitad del territorio es árido y desértico. De hecho, esta nación
del Medio Oriente exporta billones de dólares en cosecha fresca, tecnología y servicios
agropecuarios desde que se convirtió en una república parlamentaria hace siete décadas.

Se preguntarán el por qué les digo esto. Simple. Ecuador es un país altamente agrícola. Ese sector
es su mayor fuente de ingresos, que genera empleos. Tiene terrenos privilegiados, pero falta
desarrollarse más. Israel es un gran ejemplo que deben seguir los jóvenes empresarios en esta
área productiva.

La clave en el desarrollo de ese país oriental es que existe una estrecha colaboración entre la
agricultura, los centros de investigación, industria y, por supuesto, su gobierno.
No soy científica, ni experta en la materia, pero sí estoy muy informada acerca de las tendencias
tecnológicas en otros países para aportar con ideas en el desarrollo del nuestro.

El sistema de riego es lo que más llama la atención en los israelíes. Se trata de un goteo lento y
balanceado que permite un mejor cultivo y, además, evita el desperdicio de agua. Antes de
someterse a este método hubo estudios para conseguir que el agua y sus nutrientes lleguen
directo a la cosecha. Y eso se logra con un goteo paulatino con tuberías especiales.
Los israelitas controlan el riego por computadora, con sensores, drones y hasta satélites. Y,
aunque parezca mentira, los israelíes utilizan agua salada para ciertas cosechas, entre ellas la
papa.

Otra novedad son los huertos verticales y no horizontales. Existe una compañía israelí que
desarrolla este tipo de cultivo. Se colocan plantas en pequeños módulos removibles para que no
se caigan. Se usa una cantidad mínima de agua y suelo.

Además, en Israel saben extender la vida pos cosecha del material vegetal, a través del adecuado
empaquetamiento y almacenamiento de sus productos agrícolas. No vayamos muy lejos. En Chile
se siguen un modelo muy parecido.

Los chilenos inventaron una fórmula para adelantar o atrasar la cosecha. Sus expertos acuden a los
mercados cuando no es la época de cosecha de productos como la frutilla, cereza o duraznos.
En nuestro caso nos descuidamos por falta de prevención. Sabemos que entre diciembre y mayo
estamos en invierno. Eso implica lluvias fuertes.

Nuestra mala costumbre es dejar que los ríos se
llenen de los desperdicios y luego se desborden con la tempestad lo que arruina las cosechas. Otro
problema es que somos habitantes más que ciudadanos porque no reclamamos a los gobiernos de
turnos para la limpieza de esos sectores, a través de canales.

También nos falta unión. Un caso excepcional es el sector camaronero. Cuando enfrentaron la
mancha blanca en la década del 90 y otros males, se unieron.

Finalmente, debemos incentivar los estudios agropecuarios en los colegios, especialmente en los
técnicos para generar personal capacitado para mejorar el desarrollo del país. Se necesita
juventud y experiencia.

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